Difícil no conmoverse ante la prematura muerte de la gran periodista Concha García Campoy, con solo 54 años. Edad en la que una periodista se encuentra en su mejor momento profesional. Comunicadora versátil y comprometida con su función social, ha despertado el afecto unánime no solo de quienes la conocían personalmente, sino de todos aquellos quienes hemos seguido su excelente trayectoria en radio y televisión.
Elegante y siempre serena, la dignidad profesional y calidad personal de García Campoy es hoy más necesaria que nunca, por eso, todos los espectadores y oyentes la echaremos de menos también cuando volvamos de vacaciones y sintamos aún más profundo el vacío que nos deja.
Los periodistas también se van de vacaciones, o así ha sido tradicionalmente, cuando los meses de julio y agosto eran propicios a las crónicas ligeras, informativos y boletines de noticias algo insustanciales, curiosas, o bien, los socorridos sucesos. La pausa en la actividad parlamentaria ralentizaba el pulso informativo y el merecido descanso de los profesionales hacía el resto.
Sin embargo, en verano seguían ocurriendo cosas aunque no fueran contadas y, quizás, las consecuencias de ese “periodismo cerrado por vacaciones”, nos hayan conducido como sociedad a donde estamos: estupefactos, indignados, escandalizados y desalentados.
Como ha dejado escrito otra gran periodista, Carmela Ríos, la democracia no crece en los árboles. El periodismo libre, riguroso, plural y diligente es una de las condiciones imprescindibles para hacer realidad una verdadera democracia. En estos días previos al deseado mes de agosto, es de suplicar que el periodismo no cierre por vacaciones.